lunes, 18 de noviembre de 2013

Galileo y Azucena de Florencia Aroldi


Galileo y Azucena son dos nombres emblemáticos de tiempos diferentes (Galileo Galilei y Azucena Villaflor) a quienes reúne la misma curiosidad y la mirada distanciada sobre su época, también la persecución y el dolor; son también dos personajes de una obra de teatro para toda la familia que reunidos por la escritura de Florencia Aroldi, brindan un trabajo dinámico, entretenido, que juega con el lenguaje, con la similitudes y las diferencias, dejando como al pasar, la circunstancia de la pérdida y la ausencia. Como juego, “la escondida”, juego inocente que en manos equivocadas puede transformarse en siniestro. Pero todo esto que si aparece en una doble lectura, queda envuelto en la seducción de la música, el color, la escenografía, el vestuario, la coreografía y los diálogos que llevan adelante con muy buenas actuaciones, Francisco Ramírez y Lucila Kairuz. El vestuario diseñado por Ana Nieves Ventura, resalta las personalidades de los personajes, colores tierra para Galileo, azules para Azucena y atrae por lo vibrante de su colorido. Los detalles, un calidoscopio para él, una flor azul para ella. Los planetas que enmarcan el relato, diseñados por Natalia Epstein, le dan una mirada plástica al conjunto. Luz (Florencia González) y música (Rony Keselman) en un todo junto a la coreografía (Mecha Fernández) le imprimen a la puesta un ritmo ligero, con vuelo, ya que de la libertad de recuperarse en la memoria es uno de los puntos que se aborda. Un público entusiasta entre absorto y participativo disfrutó del relato que las muy buenas actuaciones recreaban en el escenario de la sala del Centro Cultural Resurgimiento en el barrio de La Paternal. Una sala que ofrece además una biblioteca, un pequeño café, y donde se llevan adelante talleres:



El Centro Cultural Resurgimiento viene desarrollando desde 2003 distintas actividades y eventos artísticos, cursos, talleres y seminarios para la promoción de la cultura y las artes. Con el objetivo fundamental de generar nuevos espacios para la comunidad, esta asociación civil formada por vecinos, profesionales y artistas de La Paternal y sus alrededores, se propone ampliar permanentemente la oferta cultural, de salud, deportes y educación. (Página web)

La calidad y calidez del texto dramático, se expande en la escena a partir de los muy buenos trabajos de los dos actores. Francisco Ramírez es además director y tiene en este momento, en cartel, otra obra para toda la familia, Arpan en la sala Andamio 90. Florencia Aroldi, ha realizado un largo recorrido en el campo del teatro para niños, que se extiende a todos los integrantes de la familia, con más de una pieza dramática premiada, como La infancia de Clara, premiada en el rubro Mejor Teatro para niños por la revista Teatro XXI del Grupo de Estudios de Teatro Argentino y Latinoamericano (Getea) tanto el texto dramático como la puesta en escena. Otra pieza de su dramaturgia, Ludovico y Ariadna (2012) también obtuvo un premio en el Concurso de obras de teatro / dramaturgia regional, y ha sido publicada por el Instituto Nacional de Teatro. Azucena y Galileo es una puesta inteligente que respeta al espectador y lo lleva de la mano por el mágico juego teatral,  de jugar y aprender, de eso se trata.





Galileo y Azucena de Florencia Aroldi. Actúan: Lucila Kairuz, Francisco Ramirez Vestuario:  Ana Nieves Ventura. Escenografía:  Natalia Epstein. Objetos: Natalia Epstein. Diseño de títeres: Lucía Arias. Diseño de luces:  Florencia González. Realización de títeres: Lucía Arias, Ariel Nesterczuk, Francisco Ramirez.  Música:  Rony Keselman. Fotografía: Agustina Luzniak. Asistencia de dirección: Ariel Nesterczuk Coreografía: Mecha Fernández. Operación de sonido José Frías. Dirección: Tatiana Santana. Centro Cultural Resurgimiento.







Arpan el despertar de Mariano Falcón



Dos mundos: uno que se destruye a sí mismo y basa todos sus valores en el dinero y el consumo. Donde los seres no pueden detenerse a pensar dominados por un poder que los obliga a funcionar como robots, mecánicamente; y a producir sin valorar las consecuencias como destino común. Otro que muere por causa de aquél y que necesite imperiosamente quien le devuelva la posibilidad de vida, y que busca para ello un héroe común pero lleno de conciencia para lograr su objetivo, y que pone en los niños y jóvenes la esperanza de Gaia, la tierra madre. Sin embargo, a pesar de la seriedad del tema central de la obra, todo está construido con un humor, desde la palabra y la acción, que hace que el espectador, tanto el niño como el adulto, se diviertan, rían y se emocionen en el tiempo de ese no lugar donde transcurre la historia; en un tiempo que esperamos, muy lejano. Una propuesta cuyo destinatario es la familia, y que consigue que las diferentes edades que componen el público en general, encuentren en su desarrollo elementos que capten su interés. Una esperanza para un futuro que aparece signado por el egoísmo y la ceguera sobre el desarrollo de vida en el planeta. El elenco numeroso, compuesto por niños y adultos, está encabezado por el dramaturgo de la propuesta, que lleva adelante el personaje de Arpan con una ductilidad en el manejo gestual y corporal de gran calidad, y que logra con sus torpezas provocadas arrancar la risa franca del espectador, y por pequeño actor que es el destinado a traerlo a cumplir con el deber de salvarnos a todos de un final de catástrofe. Del lado de los malos, el grupo de robots, asemeja con su coreografía a las filas de The Wall, a la mecanización del sentido. Francisco Ramírez, el director, que además es titiritero, creador de otras de las piezas que se presentan en la sala Andamio 90, Adair, cruza las actuaciones con dos muñecos de gran tamaño, cada uno con un rol muy particular. Uno de ellos luego se transforma en personaje / actor. Gabriela Julis, es la vapuleada Gaia, que envejece sin remedio, cuidada por los niños y adolescentes que serán finalmente los que consigan restablecer una armonía deseada, que es la unidad entre la naturaleza y el hombre. Una puesta que cuida todos los detalles que la componen, desde la coreografía, que señala la cosificación de ese mundo donde el dinero es lo primordial, el vestuario, la iluminación, y la música; y donde la armonización de la dirección hace que sea fluida la relación de la labor grupal. Una propuesta que cuida además hasta el último detalle la relación con el espectador, brindando un trabajo serio en la temática que aborda y en la resolución efectiva en que lo expresa, y permite a su numeroso elenco destacarse en la labor cumplida. 





Arpan, el despertar de Mariano Falcón. Elenco: Mariano Falcón, Nicolás Rieznik Aguiar, Gabriela Julis, Agustina Cipolla, Malena Finamore Catz, Ioshua Fontana Gomez, Mariano Falcón, Ariel Nesterczuk, Guido Passafaro, Mariano Scovenna, y el grupo de niños de los talleres de la escuela. Sala Andamio 90. Director: Francisco Ramírez.






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