La pieza plantea la duplicidad que
anida en el ser humano con relación a todo lo que el mundo moderno pone a su
alcance: por un lado adhiere absolutamente a
lo que brinda la tecnología, tanto en el terreno de las ciencias como en
el de la comunicaciones y por otro, se espanta y discursivamente defiende la
preservación del medio ambiente. Duplicidad en el hombre común, hipocresía en
los sectores que detentan el poder; en quienes gobiernan el destino de los
países y en quienes, en connivencia,
invaden el mercado con ambiciosos
y multimillonarios adelantos científicos y tecnológicos.
La escena comienza mostrando la playa
sucia, con deshechos cibernéticos:
monitores, teclados y celulares rotos y además, latas, cartones de todo tipo.
Suciedad producida por todo lo que indiscriminadamente llega hasta el mar. En
el escenario aparecen niños vestidos como aldeanos que dicen estar esperando al
“Guerrero del arco iris”, mientras a foro se proyectan bellísimas imágenes de
paisajes de mar, montañas, llanuras y bosques. Luego y con otro tipo de
proyecciones apocalípticas una voz en off narra cómo era el mundo y en qué se
transformó, en ese espacio aparece, como “arrojado”, ARPAN. A partir de este
momento, este joven, que no sabe dónde está ni por qué llegó hasta allí, se
encontrará con Añac, “Peregrino de las mil semillas”, quien le presentará a la
reina Gaia, madre de la naturaleza y a un conjunto de niños que colaboran con
ella, entre esos niños está Begonia que tuvo un crecimiento desmedido y su
amigo a quien le crecieron desmediamente también sus bigotes por tantas
mutaciones como provocan los excesivos fertilizantes. Y en otros momentos, tiene que enfrentar a las fuerzas del mal: a
cuatro hombres que como autómatas repiten el discurso del poder con el cual
pretenden automatizarlo y dominarlo también a él y al gigante, que personifica
ese poder, quien a su vez está secundado por una enorme y malvada ballena. Añac le explica a ARPAN que la ciencia a
veces cierra caminos allí donde parece abrirlos, que su nombre significa
“Armador de Pandemias” por los desastres causados pero que esperan que eso
pueda revertirse. ARPAN se da cuenta que no es casual que al llegar a ese
espacio haya encontrado los regalos del camino: una pequeña bolsita con
semillas y tal como se lo dice Añac, “mientras haya semillas vivas la verdad
brotará siempre”. Hacia el final, todos
los que representan el mal y la destrucción parecen lograr su objetivo:
apoderarse de la voluntad de ARPAN, éste lucha desesperadamente mientras
sostiene en una mano la bolsita con las semillas y en la otra, la bolsa de las
monedas de oro. Triunfa la primera opción y el mundo parece encaminarse hacia
una vida mejor.
La
pieza está muy bien estructurada pero
tiene cierta complejidad, las distintas escenas se suceden en forma muy rápida
y el texto es semánticamente denso. El ritmo, ágil y sostenido y la historia
que se va haciendo “atrapante” logra mantener la atención de los chicos, por
momentos nos parece estar participando en un juego de competencia interactivo,
a los que están tan acostumbrados los niños.
Los
personajes están muy bien definidos. Destacable la actuación del protagonista,
sus desplazamientos, ágiles, acrobáticos y por momentos bufonescos, unidos a la
gestualidad, plena de matices que muestra a un personaje temeroso, servil y
desafiante según convenga, la transforman en un elemento clave del sostenido
ritmo escénico del que hablamos anteriormente.
Algo interesante, que nos retrotrae a Hugo Midón (La familia Fernández, 1999 y Derechos
torcidos, 2005), en el elenco participan varios niños. Esos niños son
alumnos de la escuela de teatro de Andamio 90. La dirección logra un trabajo
coherente que une la experiencia de los actores adultos a este semillero
sumamente prometedor. En las actuaciones se acentúan los aspectos teatralistas.
En la espacialización se ha buscado el equilibrio en la distribución de los
personajes (muchos en algunas escena) pero armónicamente organizados entre
escenario y piso. La vestimenta presenta, colores fuertes en los personajes
positivos, oscura en las fuerzas del mal. La puesta tiene atmósfera de cuento
maravilloso hasta el dificultoso periplo de ARPAN nos ubica en el “había una
vez del periplo del héroe”, pero también presenta un lado “dinámicamente
oscuro” ante el que la humanidad debe estar muy alerta. Puesta para
reflexionar, puesta con “moraleja”.
Arpan, el despertar de Mariano Falcón. Elenco: Mariano Falcón, Nicolás Rieznik
Aguiar, Gabriela Julis, Agustina Cipolla, Malena Finamore Catz, Ioshua Fontana
Gomez, Mariano Falcón, Ariel Nesterczuk, Guido Passafaro, Mariano Scovenna, y
el grupo de niños de los talleres de la escuela. Sala Andamio 90. Director:
Francisco Ramírez.
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