jueves, 11 de julio de 2013

La vuelta al mundo en un violín de Sergio Feferovich




Como bien sabemos, en nuestro país no tenemos el hábito de poner a los chicos, desde edad temprana, en contacto con la música clásica. Este tipo de música no nos llega en forma natural desde las emisoras de radio, desde la televisión, en horarios variados, para que niños y adultos podamos escuchar una composición, al menos, en algunos breves momentos del día. Es decir, no forma parte de nuestra vida cotidiana y tampoco es actividad de la educación musical en las escuelas, (está presente en el diseño curricular pero su implementación queda librada al gusto y capacidad de los profesores de música y supervisores que los orientan). Este tipo de práctica se circunscribe entonces, a emisoras y canales específicos, a las familias que lo puedan transmitir y a las características de la escuela que lo quiera implementar en su educación formal. Y esto es lamentable porque tal como lo comenta el programa de mano: “La gran mayoría de los adultos supone (y está comprobado por diversos estudios e investigaciones recientes) que el introducir a un niño en el mundo de la música clásica no sólo es importante per se sino que también funciona como estímulo para potenciar su rendimiento en otras áreas de su vida cotidiana, tanto en el orden intelectual como en el emocional.”
Como algo fundamental, la puesta de La vuelta al mundo en un violín tiene una arista pedagógica, por supuesto, realizada con creatividad y apoyándose en el juego. Valga como ejemplo, cuando el Director explica que concierto viene de “concertar”, que el primer violín da la nota “la” y el resto de los instrumentos deben “afinar” llegando a ese misma nota, que el silencio posterior significa que todos la alcanzaron.  Cuando explica que el violín es el bebé de la orquesta, la viola es la hermana mayor del bebé y que en sus comienzos se la llamó “viola de abbraccio” y mostró el porqué, que el violoncelo es el padre y en sus orígenes tuvo el nombre de “viola de gamba” porque se la coloca entre las piernas y finalmente, que el contrabajo es el abuelo. No faltó un pequeño espectador que preguntó: “y quién es la madre”, con su natural simpatía el director mostró otro violoncelo y a su intérprete femenina, lo que le permitió salir del paso agregando: “por ahora da para familia tipo”. Cada una de estas explicaciones está acompañada por una breve interpretación, que en este caso cobró más gracia cuando el violoncelo tocó un fragmento de La marcha turca y al instante los chicos la identificaron como “¡la música del Chavo!”.  Cuando dialoga con el primer violín, y el maestro responde con su instrumento dando el tono que conviene a cada pregunta (llanto de un bebé, piar de los pajaritos, zumbido de un mosquito), explicando luego que para lograr todo lo que se está escuchando y que tanto les complace, hay que estudiar mucho, muchos años y esforzarse mucho “como para todas las cosas que se quieren hacer bien”, y cita varias profesiones.
                La puesta se estructura en una primera parte que conviene, precisamente, para explicar las diversas formas de composición que existen para orquesta de cuerdas y que el director  desarrolla apoyándose en recursos como algunos de los mencionados en el párrafo anterior. En este primer momento escuchamos: “Pequeña serenata nocturna” – primer movimiento, de W. A. Mozart. “La primavera” –primer movimiento, de A. Vivaldi. “Ave María” de Franz Schubert, con la interpretación vocal de una soprano y “Canon en Re” de J. Pachelbel. Luego, comienza la vuelta al mundo: “La muerte del Ángel”, A. Piazzolla- Argentina. “Pompa y circunstancia”, Edward Elgar- Inglaterra. “Meditación” (de la ópera “Thais”)- Francia. “Danza popular China”, Anónimo- China. “Vals Nº1 de Fa Mayor” (de “Cuentos en los Bosques de Viena”)- Austria. “Czardas”, Victorio Monti- Hungría. “Samba de una nota so”, A. Jobim- Brasil. “Jazz Pizzicato”, L. Anderson- Estados Unidos. “Sur”, Anibal Troilo y Homero Manzi- Argentina.
                Con relación a los procedimientos que se utilizan en el entramado de este viaje, son los mismos a los que se recurre en cualquier historia para chicos: el chiste simple, espontáneo y rápido: “Vivaldi tuvo muchas dificultades, como vivió en Venecia tuvo que remarla mucho …”, las repeticiones: mientras el director habla al público el primer violín se peina, el Director se sorprende por la risa de los chicos, gira la cabeza, le saca el peine y la acción se reitera tres veces. Este músico (señor mayor muy histriónico) se constituye en el travieso del grupo: cuando en la música  de “La primavera” se desata la tormenta, él se tapa la cabeza con el violín, luego de finalizada  “CZardas”, continúa con los movimientos estentóreos, de manos y piernas, que le provocó el ritmo de la pieza. La complicidad de los intérpretes con el público: hacen sutiles travesuras entre ellos que logran la carcajada de los chicos porque son a espaldas del director. En la presentación de cada una de las composiciones de la vuelta al mundo, sube al escenario una parejita de niños vestida con trajes típicos del país, que desfila o realiza alguna coreografía. Por supuesto, se aplica la didáctica que necesita la comprensión de cada composición, por ejemplo, que en la música china y para el jazz se utiliza el “pizzicato” y en qué consiste. Toda explicación viene con el apoyo de la comicidad gestual o verbal.
                El nivel musical de la orquesta de cuerdas, la simpatía de sus integrantes, la sencillez, gracia y fuerte presencia escénica del maestro Sergio Feferovich, la riqueza pedagógica en lo que se enuncia, hacen que esta vuelta al mundo se transforme en un espectáculo imperdible para los chicos, más aún, la asistencia a la misma debería formar parte del currículo de Nivel Inicial y Primario. Un viaje obligatorio hacia la sensibilidad.









La vuelta al mundo en un violín. Idea y Dirección General: Sergio Feferovich. Teatro “La Comedia”, 4812-4228. Violines I: Sergio Polizzi (concertino). Julieta Bril. Rubén Polizzi. Nora Pasternak. Lucila Tetelbaum. Violines II: Esteban Turco. Ivana Ordaz. Valeria Collante. Nicolás Pazur. Violas: María Inés Llambí. Sergio Parotti. Sandra Cacia. Violoncellos: Carlos Diener. Héctor Furfaro (Onelia Funes). Contrabajo: Marisa Hurtado (Enrique Puoci). Soprano: Laura Sangiorgio (Nacha Nocetti). Percusión: Ricardo Boretta (Fernando Urrea).  Asesoramiento pedagógico: Gabriela Miasnik. Diseño e imagen: Lía Parsons: Fotografía: Guillermo Dorfman. Prensa: Varas y Otero Comunicaciones.





http://sergio.feferovich.com.ar/espect%C3%A1culos

http://www.lacomedia.com.ar/programacion/vuelta-al-mundo-un-violin.htm

http://www.youtube.com/user/MARTINWULLICH?feature=watch










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