Clara nos recibe
mirando por el telescopio que le regaló su abuelo, con él como herramienta que
extiende la mirada al infinito camina sobre el proscenio delante de una tela
blanca que hará, atravesada por un haz de luz azul, ver las figuras humanas, la
de ella y sus amigos, fantasmagóricas, en relieve, figuras de contorno que se
mueven, saltan, bailan, realizan cabriolas, juegan. La tela que oculta los
cuerpos, es retirada y entonces los personajes aparecen delante del espectador
en la encarnadura de sus tres dimensiones y en la determinación de su voz. El telescopio es abandonado, porque Clara deja
de mirar hacia las estrellas, hacia lo lejano, para ingresar en el tiempo de su
presente; mientras una pareja de músicos acompañan con su rítmica melodía, el
juego de esconderse y aparecer. Metáfora de la vida, su amigo, tiempo, le
ofrece un presente, regalo o momento de ese instante, pero a la vez esconde el
pasado y el futuro. Clara es la infancia que se mueve en un juego amenazado por
el silencio al que se le suma, el olvido del lenguaje y de la memoria, para
ocultar la verdad y confundirla con la mentira, encerrándola en los extremos de
las cosas: blanco o negro, cierto o falso, amigo o enemigo. El tiempo que todo lo devora, como dijo
alguna vez el poeta, también teme Clara que la devore a ella; sin embargo, el
malentendido se resuelve, uniendo el pasado con el presente y dándole a Clara
la oportunidad de gozar de su tiempo, el de la infancia, para vivirlo con
intensidad. Clara es Florencia Aroldi, quien también es la autora de un texto,
tan bello como ingenioso donde el lenguaje se extiende utilizando los
procedimientos que la poesía y la gramática le ofrecen y permite decir con
ritmo, humor y sagacidad un núcleo de conceptos, difíciles si de teatro para
niños se trata. Los actores que la acompañan conforman un grupo armonioso que
trabaja con ductilidad el cuerpo, y se mueven en el espacio con gracia, coreográficamente
hablando. Lo visual que fue trabajado al comienzo, recibe el mismo cuidado en
el desarrollo de la puesta que presenta un vestuario divertido y funcional, de
colores vivos donde prima lo imaginativo. Estructurado el texto en la dicotomía
de los opuestos, el espectador asiste atento a la singularidad de ver a la
heroína no atormentada por hadas o madrastras malvadas o dragones que echan
fuego, sino por la confusión que provoca el uso del lenguaje cuando oculta la
línea que lo une con el pasado, indispensable para poder pensar el presente con
continuidad de futuro. Clara pierde el tiempo que fue su amigo, y a partir de
allí, todo no es más que datos sueltos que nada dicen en realidad, su propio
relato como el de la ciencia está fragmentado por su ausencia y el lenguaje se
vuelve un balbuceo incomprensible. Los personajes tampoco son entonces los
habituales en un relato infantil, sino que simbolizan los conceptos con los que
la vida juega con sus criaturas, la verdad tan manipulada, la mentira tan sinuosa,
la memoria atravesada por un olvido que intenta la confusión de Clara a través
de la ambigüedad del lenguaje; personajes intangibles que la presencia y la
buena actuación les otorga la consistencia de lo real. Los espectadores atentos
siguen las acciones que llevan adelante Clara y sus amigos, disfrutan, se ríen
e intervienen atrapados por una historia singular.
La infancia de Clara1
de Florencia Aroldi. Elenco: Clara (Florencia Aroldi), Sr. Tiempo
/Confusión (Pablo Pattenden), Belén Meana (Lenguaje /Srta. Verdad), Julio De la
Hoz O’Byrne (Don Olvido/Eco); Soledad
Antelo (Doña Memoria/Hermana Extremidad), Verónica Antelo (Mentira /Hermana
Extremidad); Andrés Casabe (percusión), Clara Aita (guitarra y percusión)
Colaboración en escenografía: Pablo Pattenden. Dirección: Claudia Vargas.
Producción ejecutiva: Marina Kryzczuk. Teatro Auditorio Losada.
1 El texto La infancia de Clara fue declarado de interés cultural por el
Gobierno de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, en el marco de “Buenos Aires Capital mundial del Libro 2011”. Y la puesta de Claudia
Vargas fue elegida dentro del Programa de extensión universitaria de la UBA “Fuera del aula”. La misma
se representó en el Centro Cultural Ricardo Rojas.
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